miércoles, 30 de noviembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
domingo, 27 de noviembre de 2011
El Papel Arrugado Autor Desconocido
Mi carácter impulsivo me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.
Un día un psicólogo, a quien me vi dando excusas después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.
Y entonces me dijo: “Estrújalo.” Asombrado, obedecí e hice una bola con el papel.
Luego me dijo: “Ahora déjalo como estaba antes.” Por supuesto que no pude dejarlo como estaba. Por más que traté, el papel quedó lleno de arrugas.
Entonces el psicólogo dijo: “El corazón de las personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentemos enmendar el error, ya estará marcado’ ”.
Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos palabras llenas de odio y rencor y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado. Y lo más triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones.
Desde hoy sé más compresivo y más paciente. Cuando sientas ganas de estallar recuerda “El papel arrugado.” Es un consejo que te doy.
Luchar Hasta Vencer Autor Desconocido
En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron urgente al hospital del condado.
En su cama el niño horriblemente quemado y semi-inconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría, que era lo mejor que podía pasar, en realidad, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo.
Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría. De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió.
Una vez superado el peligro de muerte volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida sin la posibilidad de usar sus piernas.
Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido. Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de alta. Todos los días su madre le masajeaba las piernas pero no había sensación, ni control, nada. No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Cuando no estaba en la cama estaba confinado a una silla de ruedas. Una mañana soleada la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese día en lugar de quedarse sentado se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas. Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco decidido a caminar.
Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.
Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.
Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante en la universidad formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después en el Madison Square Garden este joven que no tenía esperanzas de que sobreviviera, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!
Moraleja: Haz lo que puedas y Dios hará lo que no puedas.
El Árbol de los Deseos Autor Desconocido
Sentado sobre la tierra dura él pensaba que sería muy agradable encontrarse una cama mullida. Al momento, esta cama apareció al lado suyo.
Asombrado el hombre se instaló y dijo que el colmo de la dicha sería alcanzado, si una joven viniera y masajeara sus piernas tullidas. La joven apareció y lo masajeó de una manera muy agradable.
—Tengo hambre —dice el hombre— y comer en este momento sería con seguridad una delicia. Una mesa surgió cargada con alimentos suculentos. El hombre se alegra. Come y bebe. Su cabeza se inclina un poco. Sus párpados, por la acción del vino y la fatiga, se cierran. Se dejó caer a lo largo de la cama y pensaba ahora en los maravillosos eventos de este extraordinario día.
—Voy a dormir una hora o dos —se dice él- Lo peor sería que un tigre pasara por aquí mientras duermo.
Un tigre aparece enseguida y lo devora.
Usted tiene en si mismo un Árbol de deseos que espera sus órdenes. Pero cuidado, el también puede realizar sus pensamientos negativos y sus temores. Puede contaminarse de ellos y bloquearse. Este es el mecanismo de las preocupaciones.
Yo le deseo, de todo corazón, una vida libre de preocupaciones, de pensamientos negativos y temores, ¡a la sombra de su propio Árbol de los Deseos!
viernes, 25 de noviembre de 2011
Las tres gotas brillantes
El Alba pasó una mañana cerca de una camelia y oyó pronunciar su nombre por tres gotas cristalinas.
Se aproximo; luego posándose en el corazón de la flor, preguntó cariñosa:
Se aproximo; luego posándose en el corazón de la flor, preguntó cariñosa:
-¿Qué desean de mí, gotas brillantes?
-Que vengas a decidir una cuestión- dijo la primera-.Somos tres gotas diferentes reunidas en diversos puntos. Queremos que digas cuál de nosotras vale más y cual es la más pura.
-Acepto; habla tú, gota brillante. Y la primera gota trémula habló así:
-Yo vengo de las altas nubes; soy hija de los grandes mares; nací en el ancho océano. Después de andar por mil borrascas, una nube me absorbió. Fui a las alturas, donde brillan las estrellas, y de allá, rodando entre rayos, caí en la flor en la que descanso ahora. Yo represento al océano.
-Habla tú, gota brillante-dijo el Alba a la segunda.
-Yo soy el rocío que tiembla sobre los lirios; soy hermana de la Luna; soy hermana de las tinieblas que se forman en cuanto llega la noche. Yo represento al amanecer del día.
-¿Y tú? Preguntó el Alba a la más pequeña.
-Yo nada valgo.
-Habla: ¿de donde vienes?
-De los ojos de una madre. Soy una lágrima.
-Esta es la de más valor, es la más pura.
-Pero yo fui océano...
-¡Yo atmósfera!...
-Sí, trémulas gotas; mas esta fue corazón...
Y el Alba desapareció por la región azul, llevando a la gota humilde ...
Los tres chivos
Érase una vez tres chivos que tiraban hacia el monte, a engordar con el pasto más verde y abundante. Los tres se llamaban Bruse. En el camino había un puente y debajo del puente vivía un duende, quien tenía los ojos como platos y la nariz larga como palo de escoba.
El chivo Bruse pequeño fue el primero en llegar al puente.
Tripp, trapp, tripp, trapp, se escucharon sus menudos pasos.
-¿Quién es el que cruza por mi puente? -preguntó el duende.
-Soy yo, el chivo Bruse más pequeño -contestó con voz tierna-. Voy hacia el monte a engordar.
-¡Ahora vengo y te como! -gritó el duende.
-¡Oh, no! ¡No me comas! ¡Soy pequeño, muy pequeño! Espera un instante, que ya viene el chivo Bruse mediano. ¡Él es más grande!
-Entonces te dejo pasar -dijo el duende.
Al cabo de un tiempo llegó el chivo Bruse mediano.
Tripp, trapp, tripp, trapp, se escucharon sus pisadas fuertes.
-¿Quién es el que cruza a trancos por mi puente? -preguntó el duende.
-Soy yo, el chivo Bruse mediano -contestó con voz delgada-. Voy hacia el monte a engordar.
-¡Ahora vengo y te como! -gritó el duende.
-¡Oh, no! ¡No me comas! Espera un poco, que ya viene el chivo Bruse grande. ¡Él es grande, muy grande!
-Entonces te dejo pasar -dijo el duende.
Al poco rato llegó el chivo Bruse grande.
Tripp, trapp, tripp, trapp, se escucharon sus pasos pesados, que hicieron crujir el puente.
-¿Quién es el que cruza a zancadas por mi puente -preguntó el duende.
-Soy yo, el chivo Bruse grande -contestó con voz fuerte.
-¡Ahora vengo y te como! -gritó el duende.
-¡Ven nomas! ¡Tengo los cuernos puntiagudos para arrancarte los ojos y las patas duras para hacerte pedazos! -advirtió el chivo Bruse grande, abalanzándose sobre el duende, a quien le arrancó los ojos con las astas, le molió los huesos a patadas y de una cornada lo lanzó por los aires. El duende fue a dar tan lejos, que desapareció para siempre.
Después los tres chivos Bruse corrieron al monte, donde comieron abundante pasto verde, hasta engordar tanto que no pudieron volver a casa. Y si la grasa sigue en sus cuerpos, entonces están todavía en el monte.
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lunes, 21 de noviembre de 2011
El hombre de las dos caras
El día había estado muy duro hoy en el trabajo, así que salí muy tarde de la empresa el reloj del auto marcaba las 1:05 de la mañana, y para colmo estaba lloviendo ligeramente, me desplazaba a baja velocidad por la avenida intercomunal que conduce a la urbanización donde vivo, a unos 20 metros, pude divisar el semáforo el cual estaba en verde, y a medida que me aproximaba, cambió a color amarillo, y justo cuando llegaba, me disponía a pasar cambio la luz a Rojo. Frené muy despacio debido a que el pavimento estaba muy mojado, cuando me percate de una figura que se movía en dirección contraria a la que yo me desplazaba, cuando estuvo a unos seis metro aproximadamente pude notar que se trataba de un hombre de figura delgada y de piel Negra, y se venía refugiando de la lluvia con un pedazo de cartón tan pequeño que ni siquiera le cubría la cabeza, y caminaba muy despacito. Esto me llamó la atención, que hasta medio ganas de reír ya que pensé. (Este tío no quiere mojarse y se cubre prácticamente con una cajetilla de cigarrillos). El individuo pasó tan cerca de mi auto que pude sentir el golpe de sus pasos en el pavimento, y fue cuando pude darme cuenta de que lo que estaban viendo mis ojos no era de este mundo, o por lo menos la forma real humana que conocemos, ya que este extraño ser tenía dos cara, una alante y la misma cara por detrás. El impacto que dejó en mi fue aterrador, ya que momentos antes yo quería reírme de este individuo y ahora él se estaba riendo de mi. Si la cara que este señor tenía por detrás se estaba riendo, no pensé más que pisar el acelerador de mi coche y salir en veloz carrera de ese lugar y sin mirar por el retrovisor del auto.
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sábado, 19 de noviembre de 2011
Una noche de hallowen
Todo empezó el 31 de Octubre, mas bien llamado el día de lo muertos... Yo tenía 13 años y estaba con mis amigos sentados en un portal y decidimos ir ese día a las 24:00 al cementerio. Yo al principio me negé parecía una idea de locos, pero al final no quería quedarme con la intriga y fui. Ya eran las 23:50 y decidimos entrar. Al fin dentro pudimos contemplar que estaba totalmente oscuro y vacío, pero lo más terrorífico fue cuando encontramos 4 lápidas enfiladas que ponían nuestros nombres y dia de la muerte, ese día era: 31-10-09. Al ver aquello decidimos correr, pero cuando empezamos a correr se escuchó un fuerte ruido. Al mirar hacia atrás vimos que las lápidas estaban abierta y que no había nada en su interior. Seguimos corriendo pero la puerta estaba cerrada con candado y decidimos saltar. Ya pasó el susto pensé para mi,estabamos fuera, pero mi rostro se quedó pálido cuando vi a mi amigo Félipe todavía saltando la puerta y se quedó elevado en el aire como si alguien lo estuviera cogiendo. Al ver aquello se nubló mi vista. Al siguiente día desperté en un hospital, parecía que me había desmayado y lo primero que hice fue preguntar por Félipe. Mis padres me contó lo que le ocurrió a Félipe y no pude contenerme a llorar. Félipe había muerto por un infarto al corazón, al parecer cuando estuvo saltando la puerta del cementerio su camisa quedó enganchada en uno de los ganchos que tenía la puerta del cementerio, tenía tanto miedo que creía que alguien lo agarraba por la camisa y le dio un infarto al corazón. Hoy solo puedo pensar en mi amigo Félipe y en lo que ponía en la Lápida, que mi muerte era en este año... El 31-10-09 ...
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viernes, 18 de noviembre de 2011
El extraño msn
Soy una chica de 16 años, vivo nada mas con mi tía, ella me deja conectarme todos los dias a una cierta hora, a las 8 pm más o menos... cuando me conecte me llego un correo (todos los dias reviso mi correo); cuando abri el e-mail decia algo asi: hola lili si eres curiosa agrega mi msn : beatriz_carolina1@hotmail.com, yo por curiosa obviamente la agregue, pues apenas la agregue ella se conecto y como tenia tantas ganas de saber quién era le dije hola - edad? - 16 y tu? - 21... creo - ¿Crees? no sabes tu propia edad? - ... - ¿¿?? - eres les o bis? - ¿qué?, ninguna de las dos - ¿tienes alguna foto tuya? - sí, la que está puesta en la imagen - envíamela Yo, como quería saber de dónde había agregado mi msn y todo, seguí hablando con ella y cuando se la envié... - eres linda - gracias xD, ahora me mandas una foto tuya? Me envió su foto y sólo se le veía la mitad de la cara, estaba de perfil ella me dijo que si le podía mandar otra foto. Yo le dijo que no, que ya le había mandado una... igual me dijo envíala y ya ... yo estaba comenzando a creer que estaba loca, que era una psicópata, pero quería llegar hasta la última con ella para saber quién de verdad era. Me daba un poco de miedo mandarle otra foto mía. Entonces, le puse la cámara, ella me puso su cámara también, solo que ella no se veía muy bien. En realidad, sólo se veía una sombra oscura, ella me dijo que no me veía bien (si se veía bien mi cámara) me dijo está oscuro. En ese momento se fue la luz, me quedé quieta y muy asustada, comencé a sudar frío. Entonces la computadora se prendió sola como si se hubiera apagado el monitor, y ahí estaba su conversación, su cámara puesta y la mía también. Yo apagué la pc y corrí hasta el cuarto de mi tía, pero ella no estaba ahí... me quedé en la cama acostada, estaba tan nerviosa que sólo se me venía a la mente Beatriz... Beatriz, no recuerdo muy bien qué pasó, pero cuando desperté estaba tirada en el piso del baño de mi cuarto y cuando fui a mi cuarto prendí la computadora. No servía, no prendía, no hacía nada... desde ahí nunca más quise abrir mi msn y no sé si es mi imaginación, pero juro que las teclas de la pc, como si estuviese alguien allí. Cuando me quedo viendo la pc no hay nadie, pero sigo escuchando las teclas y también oigo el sonido del msn cuando te llega un mensaje. No sé si es que me estoy volviendo loca, pero juro que lo oigo, y casi no puedo dormir... Nada más pensar en esto me acuerdo de nuevo... En fin, nunca supe quién era esa chica...
creado por www.relatos-cortos.com
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La vieja Rosa
Una niña llamada Rosa estaba en sus vacaciones de verano. Ella les insistía a sus padres para que la dejaran ir al campamento de su vida. El campamento enseñaba a cantar, actuar, dibujar y tocar instrumentos. A Rosa le encantaba aprender nuevas cosas. Para sus compañeros de escuela su apodo era “nerd”.
Rosa hacia cualquier cosa para que al menos le digieran “Vamos a ver”.
Un día de diciembre los padres la llamaron. Entusiasmada bajó para oír la noticia. “Vas a ir a el campamento, pero no exactamente al que querías ir. Es… Mas o menos similar.” Con una cara de berrinche que le ocupaba media cabeza, Rosa dio la vuelta y subió a su cuarto nuevamente.
A la mañana siguiente la madre la despertó a las 7:50 de la mañana. Tenía una valija a su lado ya armada y la ropa que se tenía que poner para ir al campamento. “ Ya hoy tengo que ir al campamento? No es demasiado temprano?” dijo con cara de dormida.
Cuando el autobús la pasó a buscar, le toco el asiento al lado de un chico rubio con luces, y ojos grises. Le parecía muy lindo. Para disimular NI lo miro.
A la mitad del viaje hacia el campamento, el chico a su lado le pregunto cómo se llamaba. “Rosa, mi nombre es Rosa. Es un gusto hablar con usted.” Le dijo sin mirarlo.
Tan educada como siempre no perdió su seriedad. “Su nombre cual es?” le pregunto. “Ramiro” el nombre del chico a su lado era Ramiro.
Cuando llegaron al campamento, salieron del micro y les asignaron sus cabañas para pasar la noche. A Rosa le tocó el número 10 donde sus compañeros eran, Micaela, una chica totalmente desconocida para ella, Ramiro, Paco, su vecino, y Carolina.
Por la noche, Rosa decidió salir a caminar al bosque. Donde contaban que si pisabas un piso donde antes estaba la casa de la Vieja Elba morirías devorado por los sabuesos que eran sus mascotas. Como Rosa no sabía esa leyenda siguió su rumbo.
Sus compañeros de cabaña se despertaron a causa del despertador de Rosa y se dieron cuenta que ella no estaba. Salieron a buscarla. Buscaron por todas partes, en el comedor baños cabañas de otros y salón de actos. A nadie se le ocurrió buscar en el bosque hasta que Micaela dijo; “Creen que haya ido al bosque?? Es tentador. Una persona nueva en este campamento nunca se resiste a ir allí.” Todos buscaron a Rosa por el bosque.
Carolina grito tan fuerte que despertó a los maestros. “AAAAH!!! Encontré a Rosa!!! Es espantoso rápido!!!”
Todos los compañeros se guiaron hacia donde venían los gritos. Si, era Rosa. Pero no estaba entera. Le faltaban los dos brazos y piernas. Estaba toda descuartizada. Bajo ella estaba un piso Blanco que terminó siendo rojo por su sangre.
Los chicos despertaron a los maestros a sacudidas y gritos de desesperación. Le contaron todo lo que habían visto. Acudieron a llamar por teléfono a sus padres y decírselo con calma. Ellos lloraron durante 3 días. Decidieron nunca más llevar a sus hijos a ese campamento. Al menos el que le quedaba. Ahora esa leyenda paso a ser algo verdadero. A menos que Rosa se haya tropezado con algo muy filoso, pero era dudoso.
Se dice que pasó a ser la Vieja Rosa de la leyenda. Y ya nadie se atreve ni a pisar los pisos de ese bosque.
FIN
Rosa hacia cualquier cosa para que al menos le digieran “Vamos a ver”.
Un día de diciembre los padres la llamaron. Entusiasmada bajó para oír la noticia. “Vas a ir a el campamento, pero no exactamente al que querías ir. Es… Mas o menos similar.” Con una cara de berrinche que le ocupaba media cabeza, Rosa dio la vuelta y subió a su cuarto nuevamente.
A la mañana siguiente la madre la despertó a las 7:50 de la mañana. Tenía una valija a su lado ya armada y la ropa que se tenía que poner para ir al campamento. “ Ya hoy tengo que ir al campamento? No es demasiado temprano?” dijo con cara de dormida.
Cuando el autobús la pasó a buscar, le toco el asiento al lado de un chico rubio con luces, y ojos grises. Le parecía muy lindo. Para disimular NI lo miro.
A la mitad del viaje hacia el campamento, el chico a su lado le pregunto cómo se llamaba. “Rosa, mi nombre es Rosa. Es un gusto hablar con usted.” Le dijo sin mirarlo.
Tan educada como siempre no perdió su seriedad. “Su nombre cual es?” le pregunto. “Ramiro” el nombre del chico a su lado era Ramiro.
Cuando llegaron al campamento, salieron del micro y les asignaron sus cabañas para pasar la noche. A Rosa le tocó el número 10 donde sus compañeros eran, Micaela, una chica totalmente desconocida para ella, Ramiro, Paco, su vecino, y Carolina.
Por la noche, Rosa decidió salir a caminar al bosque. Donde contaban que si pisabas un piso donde antes estaba la casa de la Vieja Elba morirías devorado por los sabuesos que eran sus mascotas. Como Rosa no sabía esa leyenda siguió su rumbo.
Sus compañeros de cabaña se despertaron a causa del despertador de Rosa y se dieron cuenta que ella no estaba. Salieron a buscarla. Buscaron por todas partes, en el comedor baños cabañas de otros y salón de actos. A nadie se le ocurrió buscar en el bosque hasta que Micaela dijo; “Creen que haya ido al bosque?? Es tentador. Una persona nueva en este campamento nunca se resiste a ir allí.” Todos buscaron a Rosa por el bosque.
Carolina grito tan fuerte que despertó a los maestros. “AAAAH!!! Encontré a Rosa!!! Es espantoso rápido!!!”
Todos los compañeros se guiaron hacia donde venían los gritos. Si, era Rosa. Pero no estaba entera. Le faltaban los dos brazos y piernas. Estaba toda descuartizada. Bajo ella estaba un piso Blanco que terminó siendo rojo por su sangre.
Los chicos despertaron a los maestros a sacudidas y gritos de desesperación. Le contaron todo lo que habían visto. Acudieron a llamar por teléfono a sus padres y decírselo con calma. Ellos lloraron durante 3 días. Decidieron nunca más llevar a sus hijos a ese campamento. Al menos el que le quedaba. Ahora esa leyenda paso a ser algo verdadero. A menos que Rosa se haya tropezado con algo muy filoso, pero era dudoso.
Se dice que pasó a ser la Vieja Rosa de la leyenda. Y ya nadie se atreve ni a pisar los pisos de ese bosque.
FIN
La isla inhabitable
Una isla donde habitaban todos los sentimientos: La alegría, la tristeza y muchos más, incluyendo el amor.
Un día, se les fue avisando a los moradores, que la isla se iba a hundir.
Todos los sentimientos se apresuraron a salir de la isla, se metieron en sus barcos y se preparaban a partir, pero el amor se quedó, porque se quería quedar un rato más con la isla que tanto amaba, antes de que se hundiese.
Cuando por fin, estaba ya casi ahogado, el amor comenzó a pedir ayuda.
En éso venía la riqueza y el amor dijo: ¡Riqueza, llévame contigo!, -No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti -dijo la riqueza.
Entonces le pidió ayuda a la vanidad, que también venía pasando: ¡Vanidad, por favor ayúdame!-No te puedo ayudar, amor, tú estás todo mojado y vas a arruinar mi barco nuevo!
Entonces, el amor le pidió ayuda a la tristeza:- ¿Tristeza, me dejas ir contigo?-¡ Ay amor! Estoy tan triste que prefiero ir sola...
También pasó la alegría, pero ella estaba tan alegre que ni oyó al amor llamar.
Desesperado, el amor comenzó a llorar, ahí fue cuando una voz le llamó: Ven, amor, yo te llevo. Era un viejito, y el amor estaba tan feliz que se le olvidó preguntarle su nombre.
Al llegar a tierra firme, le preguntó a la sabiduría: Sabiduría, ¿quién era el viejito que me trajo aquí?
La sabiduría respondio: Era el tiempo.
¿El tiempo?¿ Pero por qué sólo el tiempo me quiso traer?
La sabiduría respondió: Porque sólo el tiempo es capaz de ayudar y entender al amor...
Un día, se les fue avisando a los moradores, que la isla se iba a hundir.
Todos los sentimientos se apresuraron a salir de la isla, se metieron en sus barcos y se preparaban a partir, pero el amor se quedó, porque se quería quedar un rato más con la isla que tanto amaba, antes de que se hundiese.
Cuando por fin, estaba ya casi ahogado, el amor comenzó a pedir ayuda.
En éso venía la riqueza y el amor dijo: ¡Riqueza, llévame contigo!, -No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti -dijo la riqueza.
Entonces le pidió ayuda a la vanidad, que también venía pasando: ¡Vanidad, por favor ayúdame!-No te puedo ayudar, amor, tú estás todo mojado y vas a arruinar mi barco nuevo!
Entonces, el amor le pidió ayuda a la tristeza:- ¿Tristeza, me dejas ir contigo?-¡ Ay amor! Estoy tan triste que prefiero ir sola...
También pasó la alegría, pero ella estaba tan alegre que ni oyó al amor llamar.
Desesperado, el amor comenzó a llorar, ahí fue cuando una voz le llamó: Ven, amor, yo te llevo. Era un viejito, y el amor estaba tan feliz que se le olvidó preguntarle su nombre.
Al llegar a tierra firme, le preguntó a la sabiduría: Sabiduría, ¿quién era el viejito que me trajo aquí?
La sabiduría respondio: Era el tiempo.
¿El tiempo?¿ Pero por qué sólo el tiempo me quiso traer?
La sabiduría respondió: Porque sólo el tiempo es capaz de ayudar y entender al amor...
Cuando termina el dia
Un rabino reunió a sus alumnos y preguntó:
-¿Cómo es que sabemos el momento exacto en que termina la noche y comienza el día?
-Cuando, de lejos, somos capaces de diferenciar una oveja de un cachorro -dijo un niño.
El rabino no quedó satisfecho con la respuesta.
-La verdad -dijo otro alumno- sabemos que ya es de día cuando podemos distinguir, a la distancia, un olivo de una higuera.
-No es una buena definición.
-¿Cuál es la respuesta, entonces? -preguntaron los pequeños.
Y el rabino dijo:
-Cuando un extraño se aproxima y nosotros lo confundimos con nuestro hermano. Ese es el momento cuando la noche acaba y comienza el día.
-¿Cómo es que sabemos el momento exacto en que termina la noche y comienza el día?
-Cuando, de lejos, somos capaces de diferenciar una oveja de un cachorro -dijo un niño.
El rabino no quedó satisfecho con la respuesta.
-La verdad -dijo otro alumno- sabemos que ya es de día cuando podemos distinguir, a la distancia, un olivo de una higuera.
-No es una buena definición.
-¿Cuál es la respuesta, entonces? -preguntaron los pequeños.
Y el rabino dijo:
-Cuando un extraño se aproxima y nosotros lo confundimos con nuestro hermano. Ese es el momento cuando la noche acaba y comienza el día.
La traicion
Cuentan que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente en el reino y por eso desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasa o nula oportunidad de escapar al terrible veredicto...¡la horca!. El Juez también complotado cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de él tu destino, vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tú escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino."
Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda culpable y la pobre víctima aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa.
No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:- "¿Pero qué ha hecho? ¿Y ahora? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"-" Es muy sencillo"- respondió el hombre.- Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué".
Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasa o nula oportunidad de escapar al terrible veredicto...¡la horca!. El Juez también complotado cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de él tu destino, vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tú escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino."
Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda culpable y la pobre víctima aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa.
No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:- "¿Pero qué ha hecho? ¿Y ahora? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"-" Es muy sencillo"- respondió el hombre.- Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué".
Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.
El precio de un anillo
-Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe y todos me rechazan. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar.
-E... encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
-Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho, agregando: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:
-Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.
-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-¡¿58 monedas?! - exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero -Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo. -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?-Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar.
-E... encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
-Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho, agregando: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:
-Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.
-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-¡¿58 monedas?! - exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero -Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo. -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?-Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
Las tres rejas
El joven discípulo de un sabio filósofo llegá a casa de éste y le dice: -Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia... -¡Espera!- lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? -¿Las tres rejas? -Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? -No. Lo oí comentar a unos vecinos. -Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? -No, en realidad no. Al contrario... -¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? -A decir verdad, no. -Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, enterrémoslo en el olvido. |
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